jueves, 7 de abril de 2011

Lamento que la ciudad no sea consecuente con su propia historia: Alfredo de la espriella



“El Museo no ha tenido una colaboración permanente del sector oficial. Me da pena decirlo porque desacredito la ciudad, pero es la verdad”.

Se cumplen hoy veinte años de la fundación del Museo Romántico y de la inquebrantable voluntad de Alfredo De la Espriella y de su esposa Gloria, de mantener abiertas las puertas de esa institución para que la ciudad conozca su propia historia romántica. Es decir, la que dio paso al progreso de esta urbe, la que en el pasado motivo la llegada de inmigrantes de todas las latitudes del país y del mundo.

De la Espriella, el guardián de la historia natural de Barranquilla y creador del Museo Romántico, institución que está embargada porque le adeuda 43 millones de pesos por predial y valorización, dice: “En cualquier momento me lo quitan, pero hablemos mejor de los 150 años que cumplen hoy Barranquilla de haber sido elevada a la categoría de ciudad”.

Él no puede creer que hace dos años viene tocado puertas para que la ciudad festeje ese hito y que nadie lo escuchó. “Hasta en los pueblos más pequeños los centenarios se celebran con platillos. Lo vengo diciendo pero no me paran bolas porque Barranquilla perdió su destino histórico”.

Pero Alfredo De la Espriella no deja de ser quien es. Hoy celebra como siempre de manera cívica, sin coctel, a menos que alguien lo lleve y únicamente al compás del Himno de Barranquilla, la efémeride de la ciudad y de paso los 20 años del Museo.



Don Alfredo, ¿qué le pasa a la ciudad, nadie le mete el hombro al Museo Romántico?

Barranquilla perdió su destino histórico. Aquí no hay nadie suficientemente egregio, es decir el que tiene su propia personalidad, su propio destino. Aquí hay es una lucha por el poder.

¿Qué siente con el tema del embargo del Museo?

Aquí no hay una solución a nada. Esto no le importa a nadie, pero bueno, digamos que el Museo le interesa a quienes tienen sentimientos cívicos.

¿Permitiría microfilmar la documentación del Museo para que entre en la modernidad?


Claro. El Museo es para servirle a la cultura de la ciudad, asunto que no han entendido los gobernantes ni los príncipes de la cultura, pero lo de modernidad no se puede porque este es un museo romántico.

¿Qué puede hacer el ciudadano común y corriente por el Museo Romántico?


Visitarlo. Entrar vale una miseria 5 y 3 mil pesos. Abro el domingo cuando me lo piden algunas familias y muchas veces ni se cobra. Es que esta es una obra cívica, social y cultural que todavía la ciudad no entiende porque aquí están acostumbrados es al negocio, a la trampa y aquí no hay nada de eso.

¿Cuánto adeuda el Museo al Distrito?

Nunca se ha pagado predial. Con mi bolsillo pago agua, luz, teléfono y mi secretaria. Pero hablemos de eso. El día que quieran me lo quitan.

¿Acaso quieren adueñarse del museo?

Alguien me llamó y me dijo que quieren con la documentación hacer el Museo de la Historia de Barranquilla.

¿Veinte años de satisfacciones o de dolores de cabeza?


Siempre aunque sean dolores de cabeza hay satisfacción porque estoy cumpliendo con mi deber. Eso sí, lamento que Barranquilla no sea consecuente con su propia historia. Si yo no hubiera abierto el Museo nadie sabría que era Barranquilla, ni de dónde venía ni a dónde iba.

Como el Museo Romántico es producto de un legado, ¿usted ha expresado legalmente cómo debe ser el futuro?

No, pero debe continuar siendo una tradición cultural porque Barranquilla es una cuna de 14 hitos que ninguna otra ciudad del país tiene: navegación fluvial, aérea, marítima, de la radiodifusión, en fin. La ciudad debería tener no sólo un Museo Romántico sino un museo por cada hito.

¿Le da tristeza con Barranquilla?

No me da tristeza, me da lástima. Aquí no hay cátedra cívica, sino cátedra sexual en los colegios.

¿Cómo es el Museo Romántico ideal?

Este es un museo de realidades históricas su infraestructura debe mejorar pero su contenido, por ejemplo, el piano donde se compuso el Himno de Barranquilla y las partituras originales lucen envejecidas pero eso no se debe alterar.

Por Martha Guarín R. EL HERALDO

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